A menudo lanzamos o recibimos ésta pregunta cuando las palabras o actos se alejan extraordinariamente del esquema mental de la persona que la formula, incluso a nosotros mismos.
La pregunta aparece como las esfinges a la entrada de los templos egipcios, ahuyentando a los malos espíritus y guardando los tesoros de los faraones.
Y es que la pregunta sobre la pérdida de nuestro juicio es la respuesta automática a la expresión de una posibilidad sin condicionantes, fruto de la creatividad y de un sueño verbalizado.
Cuanto más valor tenga para ti un sueño, mayor será la esfinge que te bloquee el acceso a conseguirlo.
Como en el paradigma de los 5 monos que intentaban llegar a los plátanos sobre la escalera y los otros monos se lo impedían, el miedo y la resistencia a la incertidumbre intenta atraernos una y otra vez al área de confort, a veces con éxito y otras afortunadamente no. Me imagino a Copérnico cuando planteó que la Tierra no era el centro del universo o a Leonardo cuando dibujó un aeroplano basándose en las alas de los murciélagos…personas a las que les venció más su curiosidad que su miedo a ser rechazados.
Pues no, desgraciadamente no perdemos el juicio tan a menudo como deberíamos.
De hecho nuestros juicios son bastante difíciles de perder.
Olvidamos que nuestros juicios son sólo una interpretación que hacemos de la realidad y de los demás, según nuestras experiencias y las creencias que damos a nuestros valores. No tenemos en cuenta que los demás funcionan también según sus experiencias y sus valores, por lo que hay tantos juicios como realidades y huellas dactilares.
Perder el juicio es la forma de conectar con nuestras necesidades y romper las barreras de nuestras limitaciones para satisfacerlas.
Si observamos que alguien ha «perdido el juicio» y es respetuoso con el entorno, mostrémonos curiosos para preguntarle más sobre su idea y enriquecerla.
Observando desde la genuina curiosidad no sólo ampliamos nuestra forma de ver el mundo y nuestras perspectivas, también «contagiamos» con ésa emoción a nuestro «perezoso» cerebro que se activa y se pone en marcha.
Si ves a alguien que parece haber perdido el juicio… ¡siéntate a su lado y comparte sus gafas!